lunes, 5 de enero de 2015

Santiago Mihuacán: Los dueños del destino

Santiago Mihuacán (del náhuatl, cuyo sustantivo Miua o Mihua: Dueño o poseedor de las flechas; y can, sufijo indicativo de lugar: por tanto éste es Lugar del dueño de las flechas).

Andando por las calle de este barrio, que se ubica en el norte de la ciudad, cuando iba con rumbo de la capilla que se construyó a principios de la década de los 40, como una muestra de apoyo del padre Márquez Aguilar a los habitantes de éste, por haber dejado al hermoso santuario Santiago en manos de la Parroquia, me preguntaba, aún sin ver la iglesia a la que me dirigía ¿cómo sería este barrio en los tiempos que estamos reconstruyendo?, ¿si habrá tenido las mismas calles sin pavimentar? y ¿si valió la pena el cambalache hecho para que no se siguiera insistiendo en coordinar el Santuario de Santiago, como todo buen barrio que precie serlo y conformarse con un local muy escondido, aunque en el corazón de la comunidad?

Conforme me adentraba en éste, mis dudas se iban disipando, pues sí, iba sobre las viejas calles del lugar aún todavía sin pavimentar, como me lo mostraba la antiquísima acequia y sus pequeños puentes de ladrillos elevados apenas del nivel del suelo, que permiten la entrada y salida de las casas del sitio. Tal vez la “modernidad” que inundó en décadas posteriores a la ciudad no abarcó a los barrios alejados del centro, y sobre todo a éste, al que, desde mi punto de vista, se le cometió una injusticia al despojarlo de su sitio sagrado, empujando su centro rector hacia la parte oriente del río.

Como escribimos anteriormente la gente de este barrio siempre ha demostrado tener signos de independencia y autonomía, pero todo esto lo perdieron cuando decidieron, en 1940, por propuesta del párroco Arturo Márquez, tener muy cerca a su santo Patrón en una pequeña capilla, que no por el hecho de ser chiquita sino de no ser artística, desmerece a la imagen que, dicen sus fieles creyentes, se apareció milagrosamente en algún lugar del barrio.

El terreno donde se va a construir este pequeño templo fue donado por don Gregorio Cardozo Palemón, vecino del barrio, que a instancias del Señor-cura, puso al servicio de su comunidad para allí fuera puesto el “verdadero señor Santiago, no réplicas, como por ahí andan diciendo muchos, sino el verdadero Santiaguito, el mismo que se apareció por el rumbo hace muchos años y que aunque no nos crea la iglesia, nosotros en el barrio sí lo creemos, porque así nos lo contaron nuestros padres”, nos comenta Marco Rodríguez López, que se encuentra desempeñando el cargo de séptimo diputado de la cofradía del Santísimo, que este año le correspondió a su comunidad llevar a cabo.

“El padre Marquez -continúa diciendo- fue el que nos ayudó a levantar nuestra iglesia, no recuerdo muy bien el año, pero habrá sido por los años de 1940, 41, o 42, no recuerdo bien, pero honradamente creo que nos marió, y le voy a decir por qué”, y se pone a rememorar desde el origen de lo que fue el Mihuacán del pasado:
“Somos muy antiguos aquí en el barrio, para esto le estoy hablando del tiempo de los aztecas, para que se dé una idea, dicen que nosotros fundamos toda esta comarca y gobernábamos en la ciudad, éramos jefes…después llegaron los españoles y fundaron las iglesias, y una de ellas, tal vez la primera, fue la de Santiago.
- Pero ésta fue posterior al convento de Santo Domingo, don Marco.
- ¿Será?, pues si lo dicen tendrán los datos, pero aun así Santiaguito es patrón de los dominicos y de nosotros mismos aquí, por eso se construyó tan hermosa su iglesia de allá abajo, se ha de haber puesto el máximo esmero en ello.
La historia cuenta que de este barrio salieron, rumbo de Puebla, familias de Puebla con el ánimo de fundar aquella ciudad, fundando el barrio de Santiago y construyendo con sus propias manos el convento dominico en esa ciudad, puro hombre indígena, barrieco, como nos señalan en el centro de Izúcar y barriecos, a mucho orgullo, honrado y trabajador.
- ¿Serán descendientes de los toltecas don Mario?
- ¿Qué es eso amigo?
- De los artistas, los creadores, los constructores de la época antigua.
- Así como lo nombre puede ser que sí, y es que basta con ver el templo de Santiaguito, el que es nuestro, el que les prestamos un ratito a los del centro, para corroborar lo que usted dice, porque honradamente es el más bonito de la ciudad, pero ya lo recuperaremos, no se crea usted, porque está santa imagen que tenemos aquí, que le vuelvo a repetir, es la auténtica, la volveremos a colocar en su lugar del santuario, ya lo verá”, asegura esto don Marco, siendo él la expresión del pensamiento de la gente de este barrio, que se dice despojada por autoridades civiles  y religiosas, de los terrenos que fueron algún día de esa comunidad.

Santiago Mihuacán es el barrio más grande la ciudad; asimismo, era el único que tenía terrenos en las dos márgenes del río Nexapa, empezando estos desde donde es la actual calera abandonada, que se encuentra a quinientos metros al norte de los arcos de piedra y de ahí bajando por el poniente, en línea a la carretera de Puebla, desembocaba en la calle Vicente Guerrero y doblando a la izquierda en la calle de Aldama, continuaba hasta el otro lado del río, hasta Guadalupe Victoria, y de nuevo al norte hasta cerrar, como un enorme triángulo, a los límites señalados.

Justamente en el Santuario del Señor Santiago es donde había centralizado sus actividades que desde siempre le habían dado notoria autonomía con respecto de la Parroquia de Santa María y de Santo Domingo. Incluso antes de que fuera concluida la Parroquia, el siglo XVII, fue sede parroquial de lo que se llamaba la iglesia de los españoles o blancos.

Iniciando su trabajo parroquial, Arturo Márquez Aguilar logra convencer a las autoridades del barrio para que ellas lo sean, pero de la margen oriental exclusivamente, y les gestiona la construcción de la capilla en la que depositarán la antigua figura de Santiago, integrando la vieja iglesia de Santiaguito, que data de finales del siglo XVI y principios del XVII, al marco geográfico del centro de la ciudad.
A las autoridades del barrio que aceptaron el cambio les fue encomendada la custodia del terreno y la futura capilla, la figura del Señor Santiaguito, una Virgen de Guadalupe y algunas bancas para rellenar el lugar.

De esta manera, el antiguo anhelo de, perseguido desde el párroco Navarrete (1929), pretendido por el padre Limón, de ver integrado Santo Domingo, San Juan, la Parroquia de La Asunción, La Luz y Santiago Apóstol (1935) al fin se cumplía y alcanzó a consolidar el Señor-cura Arturo Márquez Aguilar en el año de 1942, que es cuando oficia una misa en la capilla nueva del barrio de Santiago Mihuacán.

Los dueños de las flechas, como lo señala su nombre toponímico del náhuatl al barrio, al parecer dejaron de serlo.

Razo Hidalgo, E. (2008). La Reconstrucción: La vida de Izúcar de Matamoros en tiempos de Arturo Márquez Aguilar. Izúcar de Matamoros, Puebla, México: H. Ayuntamiento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario