sábado, 26 de agosto de 2017

Santo Tomás - Izúcar de Matamoros

Aunque se encuentra en un lugar que se puede decir “urbanizado”, el sitio se siente desierto, aunque de entre los huecos las casas adjuntas se percibe la mirada penetrante, quizás de niños, quizás de ancianos, que ansiosos por mirar algo diferente a lo que acontece en el barrio están al pendiente de lo que pueda acontecer.

Mi impresión, si a alguien puede interesar, es que este es un barrio olvidado hasta por sus propios nativos, migrantes que por necesidad tuvieron que salir fuera de su ambiente. Don Arturo Márquez, en su trabajo de construcción de la tradición de este barrio podremos decir, por las firmas que se plasman en el cemento que eterniza el momento, logró construir un sagrario en 1948 en el sitio en dónde se adora a Santo Tomás de Aquino.

Entonces, en este mismo tiempo, el padre Márquez comenzó a ver la construcción de la carretera Panamericana y también observar como partían a Izúcar en su mismo corazón, cortando el frente de entrada del convento de Santo Domingo, que fue construido en el siglo XVII y que en unas cuantas horas quedó convertido en simples piedras y todos los recuerdos que allí en su muro blanco estaban plasmados, también desaparecerían.

Quizás, pretendiendo olvidar ese trance se hubiera ido a observar lo que ocurría en un barrio que tradicionalmente manda sus gentes al extranjero y no precisamente como turistas, sino por necesidad de no encontrar trabajo en su lugar, así pudo observar que la mayordomía de Santo Tomás, de una manera que podemos llamar chusca, por no decirle trágica, ofrecía trabajo para “cinco albañiles que deben presentarse temprano en el patio para iniciar la labor de levantamiento de castillos y templado de pisos”, según rezaba un anuncio que se hizo circular y que se conserva en el archivo de la Parroquia de Santa María.

Así el Señor cura llega a este lugar de altar austero, con un pequeño campanario pero sobre todo un sagrario, que los nativos quieren por ser “su construcción”, aunque más por ser el lugar de donde estará el espíritu de Dios.

El Santo Tomás de Aquino, patrón del barrio, contiene en sus inscripciones, a más del hábito dominico, por supuesto, un libro, la paloma, el cinturón de fuego, alas, lirio, cáliz, símbolo de la iglesia, pero sobre todo del sol, el sol que se reproducirá en las fachadas de los templos extremos de norte y sur, de la zona oriente y poniente respectivamente, quizás, para afirmar que el lugar es de dominicos. A este sitio llega el párroco don Arturo Márquez tal vez para olvidar lo que estaba pasando en el centro sin pensar que en la recién echada plancha de piso de la iglesia quedaría el momento en que, tal vez no de manera directa pero sí por el trabajo constante hecho por el padre, lograba realizar la obra del piso, según se lee en el relieve escrito a mano sobre el cemento del piso que la mayordomía logró construir en el año 1948, con ayuda de don Arturo.

Razo Hidalgo, E. (2008). La Reconstrucción: La vida de Izúcar de Matamoros en tiempos de Arturo Márquez Aguilar. Izúcar de Matamoros, Puebla, México: H. Ayuntamiento.

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